Reflexiones tras un año en Kolibrí  

Soy codirectora de la Fundación Kolibrí desde hace poco más de un año. Estos momentos son espacios importantes de reflexión y celebración. Mientras escribo estas reflexiones, me siento profundamente inspirada por el disco de Beyoncé Renaissance, que considero la banda sonora del año y de esta reflexión personal. Les invito a escucharlo mientras leen este texto para darles color a estos pensamientos. En mi experiencia, en el trabajo político siempre hay canciones y baile, y espero que mis palabras bailen en la página para ustedes y con ustedes.

Soy negra, mujer y joven. (Cozy- Beyonce)

Siempre he sido negra y mujer. Me crié en Carolina del Sur con mis abuelos, que eran de clase trabajadora, en un pueblito donde todas las personas se conocían. Pese a mi crianza y mi experiencia de vida, tener este puesto siendo la persona de piel más oscura de mi equipo sigue revelándome partes de mí misma que no había visto antes, y me recuerda cómo el hecho de ser negra, joven y femenina se manifestaba ante las otras personas. Padecí el racismo, el sexismo y la discriminación por edad de maneras nuevas en el transcurso del año pasado. He visto lo que significa existir en mi cuerpo en pueblos rurales, desde Luisiana hasta Oklahoma, y en entornos profesionales e informales, en sitios como Puerto Rico y Londres. Estas experiencias me ayudaron a ampliar el modo en que entendía lo que significa ser negra y mujer en el 2022. Estas experiencias me llevaron a profundizar mi práctica política y el modo de entender la antinegritud, la discriminación basada en el color de la piel, la gordofobia y el capacitismo. También me vi impelida a encarnar un profundo coraje para denunciar estas situaciones en tiempo real, incluso cuando yo misma era quien generaba estas situaciones para otras personas. Como práctica política, decidí resistir la expectativa de la supremacía blanca de suprimir partes de mí misma para ocupar este puesto de manera tradicional. Me niego a crear un personaje para este espacio que sea diferente a lo que soy en otros sitios. Tampoco usaré la posición y el poder que me dan este puesto para corregir, avergonzar o tomar represalias contra alguien cuyas acciones no respetaron mi persona. Me entusiasma encarnar a viva voz este papel en los próximos cuatro años de manera tal que siga posibilitando autenticidad para mí misma y espacio para otras personas. No puedo esperar a sentirme más cómoda en mi piel y en este puesto.

La comunidad negra lo es todo. (Cuff It-Beyonce)

Este trabajo ha sido uno de los más difíciles que he hecho en mi vida. Quizás fue el agotamiento de trabajar durante una pandemia, los constantes levantamientos raciales y los pedidos de respuesta, la caída de Roe v Wade o la naturaleza misma del trabajo. Puede haber mucho aislamiento en la filantropía, sobre todo en los puestos altos de liderazgo. Hubo un período al comienzo de este trabajo en el que me aislé para tratar de terminar mis tareas. Tuve un momento importante de transición a mitad de año, cuando una amistad me impulsó a volver a lo que sabía que era la base para comenzar de nuevo y estar más presente. Desde entonces, me apoyé en mi crianza de niña gullah y busqué la comunidad de manera sincera y continua. He construido, y sigo construyendo, espacios de alegría, reflexión, descanso y palabra. Las comunidades que busqué, en las me sumergí y cuyo desarrollo apoyé, han sido uno de los regalos más destacables de este trabajo, así como el recordatorio más importante de por qué quiero encarnar este papel. Ya sea mi equipo, la comunidad más amplia de la fundación, las personas en el Sur u otras directoras negras, la comunidad siempre ha sido una constante gracia salvadora. En los próximos cuatro años, me comprometo a crear y responder ante la comunidad y con la comunidad de manera auténtica y alegre. Vaya mi agradecimiento a Josh, Janis y Jane, que me recordaron que siempre puedo volver a casa y que nunca estaré sola en este trabajo.

Descanso en el sur de Francia (Virgo's Groove- Beyonce)

Hola, mi nombre es Chi, y formo parte regular del equipo Too Much. Durante muchos años, creí en la mentira de la cultura del sacrificio, de trabajar hasta el agotamiento y más allá. Este verano, me tomé vacaciones por primera vez en mi carrera profesional. No escribí. No intenté atar todos los cabos sueltos ni cerrar trabajos importantes. Me fui de mi trabajo con la certeza y la confianza de que mi equipo podía manejar todo mientras yo no estaba, y de que cualquier cosa para la que me necesitaran podría esperar hasta mi regreso. Escuché a mi cuerpo y a mi familia, y me tomé un descanso. No sentí culpa por irme ni sentí presión por justificarme ante nadie, ni siquiera ante mí misma. Viajé por Inglaterra y Francia. Usé prendas suaves, dormí hasta tarde, comí alimentos frescos, hice compras y exploré. Mi tiempo en Europa este verano me empujó a construir una vida diferente. Estoy desaprendiendo la idea de que tengo que ganarme el descanso y de que el trabajo no puede seguir adelante sin mí. Al practicar la interdependencia en mi profesión, puedo pedir un descanso cuando lo necesite y puedo apoyar a otras personas cuando necesitan un descanso. 

 Ahora estoy creando una vida donde el trabajo es una parte de mi mundo, no mi mundo entero. Priorizo mi bienestar, la alegría, mi familia y el descanso del mismo modo en que priorizo mi pasión y mi vocación en el trabajo. Desde entonces, he logrado crear todavía más espacio para la plenitud que es mi vida. Quité a Slack y al correo electrónico de mi teléfono. Me reservo días o semanas sin reuniones y apoyo a nuestro equipo para que tome decisiones similares. Retomé mis prácticas de yoga y la repostería. Comencé a leer y a escribir sobre temas que no están vinculados con la filantropía. En los próximos cuatro años, no puedo esperar a mirar en retrospectiva la vida que he logrado crear y admirar la plenitud más allá del trabajo que entrego al mundo.

Soy brillante, soy sagaz, y vaya que valgo la pena, igual que tú.(Thique or Move- Beyonce)

Cito a la reina que ha inspirado y creado la música de esta reflexión: “Es que soy esa chica”. En este puesto, el síndrome de le impostore se manifestó en mí y en mis colegas. Me niego a que me intimiden y me niego a hablarme a mí misma negativamente de modo tal que se me impida brillar al máximo en este puesto. Soy brillante, capaz, estoy enraizada y en constante crecimiento, y las personas que me rodean me inspiran. Este puesto me ha dado espacio para crecer, moverme, cambiar y realizar un trabajo que me da orgullo. También ha sido la alegría de mi vida tener la posibilidad de trabajar con otras nueve personas que son igualmente brillantes, sagaces y empáticas. Kolibrí está abriendo espacios para que nuestro brillo conviva y colabore, a fin de crear una experiencia sanadora para nosotres y nuestres compañeres. Hemos llorado, reído, bailado, hemos realizado cambios vitales significativos y hemos tomado decisiones importantes dentro y fuera de nuestro trabajo cotidiano. El mejor regalo del último año ha sido el espacio para alinearme con estas personas. Me entusiasma ver lo que nacerá de nuestra alineación colectiva en los próximos cuatro años.

Habla Menos, Sé Más (Plastic off the Sofa- Beyonce)

“Quiero dejar de hablar”. Proclamé esto con más fuerza de la que quise. Ante una sala llena de desconocides, todes elles líderes de la filantropía a quien yo respetaba y admiraba, dije lo que había retenido en lo más profundo de mi interior. Inmediatamente sentí culpa e inseguridad, y quisiera explicarme un poco. Adentro mío, una voz interna me susurraba: “Estamos tan cansades”. Las reflexiones tras un año en la Fundación Kolibrí me dieron un montón de cosas, y la más importante de ellas es la capacidad de decir y hacer cosas que otros puestos no me habían permitido nunca. En este puesto, no tengo que recaudar fondos ni hacer el baile de la filantropía. También pude dejar de ser la descarga emocional de personas con más poder, más dinero o acceso y a quienes mi presencia como mujer negra femenina les resultaba consolatoria. Hay libertad en soltar el peso de estar constantemente hablando. Creo en la profundidad de la comunidad y de la construcción de relaciones. Disfruto de escuchar a otras personas y aprender de ellas en espacios amables y bien organizados. Sin embargo, el primer año en Kolibrí me dio la libertad que les deseo a muchas directoras negras: la libertad de decir ese secreto que se esconde detrás de la culpa constante de no tener tiempo suficiente. La verdad para mí es que tengo tiempo de vivir una vida más plena y crear un trabajo sustentable cuando hay espacio para crear, soñar y escuchar más. En la pausa entre momentos, deseo existir de manera tal que me permita apoyarme en la abundancia de este puesto. En los próximos cuatro años, no puedo esperar a ver el modo en que tomar la palabra para hablar con intención, para escribir, para reflexionar y para existir me cambia, me moldea y me permite transformarme en nombre del trabajo.

Mujer con un turbante en su cabeza, gafas y una sonrisa feliz. La imagen tiene un filtro monocromático con fondo verde. Escrito por: Chi-ante Jones (ella)
Codirectora de la Fundación Kolibri